sábado, 14 de enero de 2017


ANTES DE LA LUNA 
(vii)

Desde mi cama observo,
el despertar de Santiago,
alado, vibrante, cauteloso,
ahogado en su propia polvareda,
terquedad y desesperanza.

Presiento el golpe.
Es el mismo golpe rudimentario
del asesino que alza las manos
y que hunde con insistencia el puñal
en una carne que no es carne sino cartílago.

Ahora es una mujer
la que grita y corre en dirección de la luna.
Antes fui yo
el que desvarió frente a las filas enemigas
cayendo presa del mismo espejismo.

Es una marca distinta
la que asoma tras el San Cristóbal.
Una masacre de luces y reflejos
que nada significan,
únicamente presentan el espectáculo de las pléyades.