jueves, 31 de diciembre de 2015

MEMORIA

Hay cosas que deben olvidarse y sacarse del sistema aunque permanezcan atadas a uno como una extremidad más, e igual de útil. Hay cosas que deben permanecer en el armario de los recuerdos, dejar que el polvo las vuelva objetos de cuidado, aunque no se sepa muy bien que hacer con estos.

Está dicho y no hay vuelta atrás.

Permanecí sentado más del tiempo que debía haciendo malabares con el recuerdo.
Observo y escucho desde donde estoy, los golpes en la acera y en el muro, detrás de todos los tabiques, pero no hago más que deleitarme e interpretar el papel del eterno romántico. Cruzo los dedos y espero el momento justo, de encender el fuego, acomodar la postura e ir a por lo mío.
Las cosas deben decirse de esta forma, de frente y con el cuerpo erguido y orgulloso, sentado a la mesa y con el frío como testigo. Ya basta de frases a medias, de conjeturas, aunque en estos momentos nada tenga mucho sentido.

No hay corazón que espere tanto y que permanezca intacto sin que extienda su diástole a ritmos diferentes. Perdón por vivir con la imagen, con el vitoreo de otras celebraciones, con conformarme con la idea de lo que podía ser. No hay disculpa que valga, ni tiempo que tenga, pues ya se han dado algunos pasos y todo lo que queda es polvo de tierra en el calzado.

Hubiésemos dejado de jugar, de retarnos y de ponernos al borde de la cuesta, de hablar en voz baja, de susurrar como quien teme derribar los muros construidos. De cantar, de componer, de hacer poesía, y de vivir de forma extraña, presentes en la distancia. De intentar probar quién podía más y quién cedía primero. ¡Qué equivocación y qué pecado! Todo por querer hacer lo correcto, cuando no hay momento justo ni palabras adecuadas, sólo las que se quieren escuchar.

No es posible recordarlo todo, así que lo importante permanece, pero no en un armario, ni tampoco en los diarios de viaje, sino en la emoción que reverbera con el paso de los años.
Ahora grito pues ya no soy ese niño que temía levantar la voz y el espíritu. Ahora extiendo mis brazos e intento llegar lo más cerca posible, aunque sólo sea a través de las palabras.

No se puede esperar más ,ni recordar más. Es tiempo de otros recuerdos, de otras celebraciones, de una historia distinta.
Yo aún sigo con la idea de que todo conduce de forma incuestionable a dejar de ser memoria.

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