viernes, 14 de febrero de 2014

SOY CULPABLE - Escrito para el 14 de Febrero -

Hay que decirlo: soy culpable. Soy culpable de cuanta inquietud sientas. No oculto mi rostro ni titubeo al decir que soy culpable. No siento vergüenza, y menos aparco las emociones en cobijos distantes; no pierdo de vista nuestro sitio.
Soy culpable y me dispongo a cumplir con todas mis sentencias. Soy culpable de que me odies tanto como quieras, y de que me quieras tanto como el odio lo permita; soy culpable y el tiempo castigará todas mis proezas.

Cuatro años y me digo que ya basta de hacerme el inocente. Me preparo frente al espejo, arreglo mi cabello, anudo la corbata, afeito bien mi postura y me doy ánimos con serios reproches. Ya basta de querer impresionar y de permanecer con la cabeza al interior del inodoro todo el tiempo; es hora de salir con el querer maduro en los bolsillos y de no temer a cumplir con el castigo y con todas las sentencias; los albores han hablado y los jueces han golpeado con sus malletes.
Cuatro años y he adoptado todo este tiempo una actitud de chico malo, incapaz de hacerme cargo de un querer que yo mismo he iniciado. Es tiempo de crecer, de mantener el cara a cara con la incertidumbre, sin hacer morisquetas de dolor, de permanecer erguido y con la frente en alto y de gritar al interior de la prisión que hay un querer que es más importante; eso no nos quita nuestra valentía.
Ya basta de inocencias pues ningún hombre que se digne de querer es inocente. Existen daños colaterales, bajas, vencedores, sollozos, habitaciones que presencian el olvido, y por sobre todo un querer que no necesita de testigos. Ya basta de inocencias; para inocencias están los que temen gritar con el corazón al exterior del pecho.
Ya no estoy para sandeces, para perder el tiempo, como lo hacía antes, no intentando en absoluto, para andar como los niños, ocultos en su inocencia. Estoy para situarme al borde de la línea, sin retractarme, para sentarme a la mesa junto a ti y decidir qué cosas han de hacerse y qué lamentos han de lapidarse. Estoy dispuesto a darte mis manos si con eso despliego alas. Una sonrisa ayuda en ciertas ocasiones.
Dime algo y no dudaré en mantener mi palabra, en hacer el café para mantenernos despiertos, en mantener esa sonrisa el mayor tiempo posible. No dudaré al momento de golpear muros si es que se requiere que muros caigan; ya basta de mantener la frontera entre nosotros.

Soy culpable y de eso no quepa la menor duda. Sin artimañas me preparo un trago de suma verdad y a lo que veníamos. Hay que compartir todos los daños y todas las verdades y todo lo ganado y todo lo extraviado y dejar de susurrarnos al oído como quien teme alborotar las aguas; debiéramos extender la letra de la canción que nos precede. No hay evidencia que pueda pasarse por alto ni ánimos de pasar desapercibido. Viendo a la distancia no es de extrañar todas las causas pendientes que he dejado; ya es tiempo de reparar estas negligencias.

No cambiaré los tópicos y sólo me referiré a lo que nos compete. Cerraré los puños, esta vez no para justificar mis actos, sino para soltar jamás las letras que escribiré. El tiempo de las excusas ha llegado a su fin. Ni Sanvalentines ni pretextos, ni frases empalagosas ni flores. No temo al cargar la culpa sobre los hombros pues la culpa me hace fuerte frente a la desesperanza. Únicamente levantar mi presencia y decirte que ya no pierdo el tiempo. Algo de todo esto se queda en tu memoria.

No pretendo desfallecer pues el amar no merece arrastrar el espíritu en el campo de los caídos, únicamente reclama dejar atrás con paso estoico la cobardía. Es tiempo de crecer y de hacerme cargo de cuantas palabras he dicho. Hay pruebas y signaturas y un sello descollante, historias que deben continuar. Yo mismo dictaré mi castigo si con eso encuentro redención. Siento orgullo de ser culpable de que me regañes y odies y quieras y beses y escupas en el rostro; soy culpable de otorgar vida, y si de esto se trata, acepto la mayor de la sentencias.

Soy culpable y no es de extrañar que te sientas con el deber de apaciguarme. No es necesario. Soy yo el que debe hacerse cargo y para eso me dispongo a querer por sobre todo. No te miento. Seguiré siendo culpable de todas y cada una de las cosas que vendrán.

No queda otra cosa que sentirme orgulloso de ser culpable de que me quieras.
Soy culpable de quererte.


Daniel Santiesteban
Viernes 14 de Febrero de 2014