martes, 2 de abril de 2013


LA HISTORIA DE UN QUERER FERPECTO

La peor forma de terminar una historia se logra ignorando por completo los nexos que unen al desenlace con el comienzo, no saber de que tamañas huellas se es el causante. El mejor inicio quizá sea el manoseado "erase una vez", o el comenzar con un nombre propio y hacer que todo sea más simple y significativo y no dejar espacios a dudas literarias o a intertextos. Pero la historia no es literatura (o por lo menos la historia que asoma en estos párrafos) y hacer esquicios es absurdo, así que lo urgente se hace lo necesario y aquí lo necesario es narrar la historia "chico conoce chica" y "no vivieron felices por siempre" y "mandemos todo a la mierda" y "ya no te quiero, llévate tus ropas de mi casa". Digamos algunas palabras.

Ningún hombre debiera ser sometido a semejante tristeza, posiblemente ninguna alma tampoco a una cantidad irresoluble de amor. Se puede anular el espíritu con una sobredosis de estas especias.
La joven había puesto en juego las fichas y en más de alguna ocasión el cuerpo tenso anterior a todo resultado. Y dicha historia "chica conoce chico" hubo de conocer el comienzo de forma tan extraña como el fin poco heterodoxo de sus últimos momentos. Si el chico se hubiese detenido a pensar, y posiblemente si no hubiese estado ebrio, la chica no habría visto su rostro meciéndose por encima de su torpe cuerpo ambulante. E implica que le gustase hacer el amor, y hacer el amor siempre es hacer daño de manera dulce, y el fumar marihuana esperando el desplome del corazón no abre camino a las noches que amanecen luego de tragos de cerveza fría. Si se hubiese detenido habría visto lo escondido detrás de verjas, lo anulado y lo tenso en el rostro de la chica, la esperanza resquebrajada y la espera por ese querer ferpecto.
Y nunca más nunca es nunca más cuando se atan grilletes y cuando se apuesta con la seguridad de la pérdida. Así que la chica adolece desde siempre y adolecerá por siempre y que pena el chico que ya no es tan chico y que ya no tiene la energía de los días anteriores. Se duda sobre el estar dispuesto a estar enamorado por más del tiempo adecuado. Cada cosa tiene su justa medida  y todo lo demás es poco o demasiado. Ya fue demasiado de pensar en lo injusto y demasiado poco de sentir mas allá de lo pensado. Pues lo no sentido estalla en el pecho de la chica que verte el contenido en otro chico que es la justa medida de la noche, ni más ni menos de lo necesario, ni más ni menos de lo esperado, ni más ni menos de lo acostumbrado. Nada nuevo bajo el sol.

Y el final era el esperado, el de filmes que anunciaban el requiem de los últimos destellos. Ya hubo tiempo para enfadar y tiempo para sonreír. Hubo cenas y golpes en la mesa y lápidas de tumbas vacías y música en el dial y minutas y la cólera que permanece impregnada en las sábanas. Son uno contra el mundo y el mundo es uno contra el resto, y el mundo termina por derrotarlos pero no antes de derrotarse ellos mismos.
Si algunas canciones mencionan que en el baño de un bar todo se sella con un beso, debieran mencionar también que todo se colapsa con otro beso en un cuarto ajeno y ése es el asesino de la poca historia que les queda.
Luego la tristeza inunda, y la palabra inunda, y todo inunda porque se ha olvidado mantener la lluvia a retaguardia por sobre las cabezas.

En el final se tomaron las antorchas y demasiado en serio las palabras. No queda espacio para el querer ni miradas de despedida; el dolor vuelve estrecho el corazón y los caminos de retorno. Ya no desean susurrar por la noches el nombre equivocado ni sentir el aroma de un cuerpo que no desea ser descubierto. Si se trataba de algo ya se trata de algo diferente y lo irreconciliable cerró las puertas de la historia.
En el final se olvidaron los comienzos y se perdieron de vista las huellas; ningún final peor que aquél que olvida que siempre se es vástago de los inicios.

La única forma de que se percaten de la verdad del amor sentido es morir amando y para esto no hay muchos que estén dispuestos.


Daniel Santiesteban
Martes 2 de Abril de 2013
Dedicado al anticuario